UNIVERSIDAD ESAN
SEGUNDO AVANCE DE MÉTODOS DE
ESTUDIO E INVESTIGACIÓN
El Racismo en la juventud Limeña en los
últimos años
Israel Capuñay 10100560
Fiorella Pizarro 13200098
Genesis Rafaele 13200099
Lima Febrero 2014
Marco teórico
El
Perú, es un país multirracial, caracterizado por las diversas culturas y
costumbres propias de cada región de nuestro país. Sin embargo, es preciso
reconocer que pese a esta realidad, nuestra sociedad es víctima a de uno de los
mayores males que perjudica nuestra cuidad social y económicamente: El racismo. De manera introductoria, iniciamos con la
idea de Pérez, Falomir, Báguena y Mugny (1993) quienes sostienes que “No
existe la raza judía, la raza gitana, o la raza alemana. Existe la cultura
semita, la etnia gitana o la nacionalidad alemana (…) la noción de raza es en
realidad una construcción y no un antecedente en el racismo. Es el racismo el
que ha inventado la raza y no al revés” (parr.3)
Pero,
si el racismo es una invención de la sociedad, ¿qué origen posee y qué causa
que se expanda este mal en todas las regiones sin distinción de edad, sexo o
posición económica? La respuesta de estas preguntan tienen lugar no solo a
explicaciones basadas en las últimas décadas, sino que son propias de la historia
de nuestro país.
Con
la llegada de los españoles y la
colonización del Perú se impuso la idea de que la raza blanca era
superior a la demás. Para Pinkas (1998) “El racismo ha sido el sustento
ideológico fundamental de la dominación colonial y se ha mantenido durante el
orden republicano.” Sin, embargo luego de la generalización del mestizaje se
eliminaron los argumentos del racismo. No obstante, la sociedad peruana
continua mentalizada en el sentido de superioridad de la raza blanca, cuando es
de saberse que “El que no tiene de inga, tiene de mandinga” (Palma, R.)
Según García (2002) Las personas aprendemos
desde nuestros primeros años de vida a reconocer nuestro entorno más cercano,
por ejemplo la familia, como lo conocido. Paralelamente, al ser característica de las personas el
temer a lo ajeno y diferente, agrupamos y clasificamos al resto de personas con
características diferentes a las nuestra, tal como color de piel, posición
económica, creencia religiosa; y las identificamos como “Los otros” con lo cual podemos desarrollar sentimientos
de duda, rechazo o temor hacia aquellas personas “diferentes”.
Esa
diferenciación que hacemos con las personas está basada no solo en el
reconocimiento de características distintas a las nuestras, sino que el verdadero
problema se produce cuando formamos estereotipos y prejuicios sobre estas. Para
Morales (1996) “para profundizar en el fenómeno del racismo, es necesario
desarrollar desde una perspectiva psicosocial, aspectos vinculados a los
estereotipos y prejuicios como origen de conductas xenófobas y racistas”
(p.9).
Los
estereotipos son generalizaciones, es decir implica un todo o todos. Por
ejemplo el decir que “todos los negros son delincuentes” es un ejemplo de ello
y además es un estereotipo común en nuestra sociedad limeña. En cambio los prejuicios como su nombre lo
dice implica hacer un juicio premeditado referente a algo o alguien sin
necesidad de generalizar, por ejemplo, “ese cholo estudia en la universidad,
seguro porque tiene beca”
Estos pensamientos racistas pueden ser
provocados por incorrectas enseñanzas desde la infancia, (influencia de los
padres, amigos o vecinos) así como también puede estar basado en experiencias
previas de los individuos y que son posteriormente generalizadas e implementadas
en el campo social y laboral.
Morales
explica que este prejuicio racial tiene como efecto la categorización o
etiquetado de las personas y “este proceso tiene una doble marcha, por una
parte inductiva: esta persona es raza negra (gitana, asiática). Por otra parte
deductiva: como todos los negros (gitanos, asiáticos) es perezosa, indolente,
bullanguera, extrovertida y alegre.”(p.15)
Pero
frente a este desarrollo de mentalidad racista de los individuos, prima también
la ausencia de una educación basada en derechos humanos e igualdad de las
personas desde la primera etapa escolar. Es decir, hasta hace unos pocos años
no existía una verdadera concientización por parte de los maestros y familias
para con sus alumnos e hijos. Parte de esto, se debe a que incluso los maestros
han demostrado actos racistas en las escuelas, institutos o universidades. Es
fácil reconocer la presencia de racismo en los centros educativos de Lima en
los últimos años. Quién no ha notado que los apellidos como Johnson, Smith o
Fleishman causan una reacción distinta a los apellidos como Mamani, Quispe o
Condori.
El
racismo causa la discriminación, segregación, exclusión y hasta actos agresivos
en contra de las víctimas de este mal social. Esto se debe a que, como cita
Morales (1996), según la definición de Fazio (1989) El prejuicio racial posee
tres características fundamentales: “orienta siempre a la persona hacia el
objeto al que se hace referencia, connota ese objeto de forma positiva o
negativa, y es permanente, ya que perdura en la memoria.”(p1.12)
Los
prejuicios y estereotipos raciales pueden emplearse tanto en la familia, el
centro de estudio, el centro de trabajo y los grupos sociales. Se manifiestan
en simples comentarios o acciones y las victimas de ello pueden auto
discriminarse o desarrollar un resentimiento social que influirá en sus actos y
decisiones.
Los
medios de comunicación, también aportan de gran manera en la mentalidad de los
jóvenes limeños actualmente. La imagen de la hermosa mujer rubia y adinerada ha
predominado en muchas de las publicidades, revistas y programas de los medios
de comunicación durante largas décadas. Así mismo la imagen de la mujer chola o
negra era usada solo para personajes como empleadas, sirvientas o personajes
miserables. En los últimos años, se ha reducido en gran medida este problema en
los medios de comunicación y en las escuelas. Esto se debe a la concientización
por parte de programas y campañas que luchan contra el racismo en sus diversas
formas y grados, resaltando las grandes consecuencias que trae consigo la
absurda mentalidad de superioridad o inferioridad de las razas.
Buvinic,
Mazza & Pungliluppi (2004) expresa que: “En una sociedad, muchos grupos
están sujetos a la exclusión económica, política o cultural a partir de
diferentes mecanismos e instituciones” (p.237). Un claro ejemplo de ello se
encuentra en el ámbito laboral, para ser más exactos en los puestos de trabajo
ya que para que una persona pueda ocupar uno de los más altos se sugiere que
sea “blanca” o que tenga una buena presencia y procedencia; y aquellos que no
cumplen con este tipo de perfil, que usualmente está determinado por la propia
empresa, se hacen cargo de la limpieza o de cosas simples.
“La exclusión de algún grupo de cierto bienes y
servicios afecta su resultado económico a través de diversos canales” (Buvinic,
Mazza, Pungliluppi, 2004, p. 237). Una de las consecuencias del racismo es la
exclusión económica que sufren los pueblos que forman parte de, llamémosle así,
grupos étnicos no dominantes debido a que algunas políticas y programas no los
consideran parte de ello. Tomando el mismo ejemplo expuesto en la parte
superior, tener un puesto de trabajo inferior implicaría, tanto para la persona
afectada como para su entorno, no poder satisfacer ciertas necesidades básicas:
mejor educación, alimentación, recreación; es decir, los limitaría debido a que
reciben un sueldo bajo.
El racismo también genera exclusión social.
Tsakloglou & Papadopoulos (2001) citado por Espinosa, Calderón-Prada, Burga
& Güímac (2007), afirman que la exclusión social es “la incapacidad del
individuo de participar en el funcionamiento básico político, social y
económico de la sociedad en que vive”. En otras palabras, ciertos grupos
sociales no tienen las mismas oportunidades en la sociedad que habitan debido a
que carecen de capacidades, derechos y recursos que normalmente son ocasionados
por su propia comunidad.
En su texto, Buvinic, Mazza & Pungliluppi
explican que en un país como el nuestro, multirracial y multilingüe, hablar de
exclusión social es un aspecto relevante ya que nos referimos a que los grupos
afectados no tienen una fácil accesibilidad a los diversos mercados ya sea de
trabajo, de crédito o de la educación. Por otra parte muchos estudios han
revelado las diversas formas de exclusión social en el Perú, así como se ha
podido comprobar que hoy en día la discriminación y la exclusión por razones
del origen étnico, religión, cultura, sexo, apariencia física entre otros se
están dando de un modo tan evidente como a la vez de una manera sutil.
“El problema radica en que muchos de
estos prejuicios se mantienen hoy en día y son fuente de los estereotipos que
llevan a discriminar a individuos y poblaciones negras”. (Restrepo, s.f., p. 2). Al hablar de racismo también
hablamos de discriminación y discriminamos por ideas o conceptos generalizados
y erróneos a determinados grupos sociales; es decir, el racismo es una
consecuencia de los prejuicios y estereotipos que la misma sociedad ha creado. Las
personas mayores, especialmente aquellas que pertenecen a la clase media o
alta, no sienten ningún tipo de vergüenza en expresarse y si no lo hacen
abiertamente, lo hacen por medio de refranes como: “líbreme Dios de cholo con
mando, de negro con plata y de blanco calato”; en contraposición, los jóvenes suelen
expresar sus prejuicios de otras formas. Aunque no se desee parecer una persona
racista, el racismo surge en situaciones de conflicto, ya sea en insultos, en
situaciones violentas o en chistes y bromas; sobre todo en los chistes, ya que éstos
maquillan una idea que al momento de expresarse sería totalmente inaceptable:
burlarse de una autoridad, sea política, social o eclesiástica, de la realidad,
de nuestra sociedad o de uno mismo; y lamentablemente son muchos los insultos así
como los chistes con rasgos raciales y racistas: el negro violador, indio
tonto, el cholo arribista, el blanco pituco, etc.
Según Espinosa, Calderón-Prada, Burga y Güímac (2007),
en el Perú se puede observar que la exclusión social, manifestada como
prejuicio y discriminación, genera la aparición de situaciones de conflicto e
impide una sociedad democrática e inclusiva.
Los conflictos entre los distintos
grupos sociales “desprenden dificultades para la formación de las distintas
identidades étnicas de los grupos que habitan en la nación, y el refuerzo de
los estereotipos y prejuicios asociados a estas”. (Espinosa, Calderón-Prada,
Burga y Güímac, 2007, p.304). El Perú es un claro ejemplo de
ello, vivimos rodeados de diversos grupos sociales, cada uno con una cultura,
formas de pensar, ver y actuar en la sociedad diferente del otro. Tener
distintas perspectivas y costumbres ya es de por sí un problema porque no todos
coincidiremos y estaremos de acuerdo con sus puntos de vista pero la situación
se agrava mucho más con las ideas generalizadas: “los de la costa son muy
alzaditos, los de la sierra huelen mal, los de la selva son unos ociosos”. Frases
que en algún momento habremos mencionado sin ponernos en el lugar de la persona
discriminada y preguntarnos ¿Cómo se sentirá si lo llamamos así?, aunque sea
difícil de creer estamos afectando su autoestima y su deseo por no pertenecer a
su grupo aumentará por lo que su identidad quedará en el aire. El peruano
siente ese problema y lo vive dentro de sí; en algunos casos lo puede superar,
en otros, como es el caso de muchos, puede que sea un trauma que lo afecte cada día o
peor aún toda su vida. La raza puede significar una “marca”: la persona que es
blanca puede sentirse mal por serlo, ya que su apariencia está conectada a la
idea de pertenecer a la clase alta, de ser abusivo, etc.; que pueden causar sentimientos
de culpa; aquel que es indio también porque su apariencia está idealizada en
ser alguien de menor prestigio, incapaz, ignorante, etc. Este problema se
complica aún mucho más con la aparición de la globalización, que está trayendo
nuevas modas, ideas y comportamientos lo que hace que, si antes no terminábamos
por completo de decidir qué realmente somos, ahora es mucho más difícil porque
somos una copia al imitar todo lo que traen, llamémoslo así, las culturas
extranjeras. Podemos decir entonces que el racismo genera baja autoestima e
impide la formación de nuestra propia identidad.
Según Ortiz (1999) citado por Espinosa,
Calderón-Prada, Burga y Güímac (2007) refiere que “en el Perú se segrega según
nuestra imaginación” (p.303). A ello añade que “esto se aprecia en la falta de
consenso para decir quiénes son cholos, blancos o mestizos, concluyendo que la
blancura o choledad no
dependen solo del color de la piel, sino que conforman categorías
socioculturales más complejas” (p. 303). Ello quiere decir que hoy en día el
término “choleo” es una nueva forma de discriminación más global porque abarca
los aspectos socio-culturales como la educación y la cultura y étnico-raciales
como los factores lingüísticos y de origen.
Por ello actualmente para Ardito (2010) la palabra
“todos somos mestizos” es utilizada para encubrir los términos cholo, blanco,
negro, indio, entre otros. Así para pertenecer a un grupo étnico e identificarse
con el mismo ya no se utilizarán este tipo de palabras.
Lo
descrito en lo anterior se puede reforzar en la idea de Callirgos, Bryce & Serrat (s.f.), ellos consideran que en
el Perú la mezcla racial es considerablemente fuerte por lo que es difícil categorizar
racialmente a un individuo como “blanco”, “indio” o “negro”. Es por ello que la
mayoría de personas nombran a otros y se nombran a sí mismas “mestizas”. Se
puede decir entonces que categorizar racialmente implica violar el valor de la
igualdad, pues al existir una jerarquía racial, categorizar significa situarse
en un lugar definido: “arriba” o “abajo”. Ante ello, el camino que muchas
personas optan es “ascender”: se tiñen el cabello, tratan de cambiarse el color
de la piel (blanquearse) o incluso cambiar el color de los ojos.
El tema de racismo aún es un tabú en la
sociedad peruana. El tabú es todo aquello que no se puede hacer o decir
libremente, ya sea por motivos religiosos, psicológicos o sociales. Hoy en día
se habla poco y con miedo a herir y a ser herido. El reflejo de esta situación
es el uso de diminutivos: cholito, negrito, pobrecito, cojito, etc. Y a la vez
esto refleja la importancia que tiene en la sociedad peruana, una sociedad que
ha sido marcada, y aún lo sigue siendo, por sus antecedentes históricos, por la
desintegración y la desigualdad. Como señalaba Flores Galindo (1989) citado por
Callirgos, Bryce & Serrat (s.f.) “un fenómeno encubierto y hasta negado, no
deja de ser menos real.” (p. 47)
La
desintegración y la desigualdad es quizá uno de los problemas más graves del
país. Debemos fomentar la construcción de proyectos sociales y concesos de
carácter inclusive y democrático, basado en la justicia y en el respeto a la
vida. En este sentido el racismo tiene una posición importante y al tratarlo
estamos dando a conocer un aspecto de nuestra realidad que usualmente
ocultamos.
En
tiempos modernos hablar que determinada persona es racista o no, o en todo
caso, que una organización discrimina en cierto modo a sus empleados, resulta
totalmente creíble pues como concluye Kogan (2013) "Es mucho más difícil
llegar a puestos altos si tú eres una persona no blanca, no heterosexual, mayor
o muy joven, y de nivel socioeconómico bajo. O si estás embarazada…” (p.20).
Dicha afirmación pone sobre el tapete los alcances del racismo junto a la
discriminación en tiempos actuales, ya sea por comportamiento propio de las
personas o hasta como política implícita en una organización.
Es
a partir de algunos casos en el pasado y los continuos argumentos a favor de
cualquier política antirracista y de sus luchas en la historia mundial, que se
concluye, tal como dice Mandela citado por Morales y Yubero (1996) “El racismo
es un problema muy grave, porque no se basa en la lógica, sino en los
prejuicios, en las emociones, por eso nunca puedes derrotarlo con argumentos”
(p. 9). Con esta idea, se concluye que
es insuficiente plantear argumentos sólidos para luchar con esta lacra de la
sociedad, sino que más valor tiene adoptar medidas y plantear objetivos e
indicadores para cada una de ellas.
En
la sociedad peruana existe la idea de que todos somos mestizos, tal como
plantea en su libro Ardito (2010), haciendo que esta categoría sea empleada
para, implícitamente, esconder las diferencias existentes entre los peruanos, evitando
así los juicios de valor negativos plasmados en expresiones tales como cholo,
blanco o negro.
La
historia del Perú desde la época de la conquista presenta ya casos de racismo
pues, como se sabe, era usual el empleo de la población indígena para labores
de arduo trabajo, y también para el pago excesivo de impuestos, administrados
por el virreinato español. Como se aprecia, el racismo tiene antecedentes en
nuestra historia, pero ya en tiempos modernos, este se ha mimetizado en
diversos aspectos, tales como publicidad en televisión, radios o en cualquier
medio, además de focalizarse en sectores de la población, en reclutamientos y
selección en empresas, etc. Y es por ello que se deben establecer medidas de
control para evitar este problema, con objetivos claros y un manejo de
indicadores para ver su avance.
El
racismo en el Perú y su lucha o medidas en cuanto a su erradicación se refiere,
aún es incipiente tal como señala Ardito (2010), pues afirma que pese a la
gravedad y extensión de este problema, los activistas no son muchos y su
intervención es reciente. Por lo cual se va aclarando el panorama de que son
los casos que se dan en los diferentes medios de comunicación lo que va
generando ya en la población, un sentimiento de indignación, pues consideran al
racismo un problema que por más arraigado que esté, debe ser erradicado ya que
no contribuye en nada al desarrollo de la sociedad.
Sin
embargo, cuando llega el momento de asociarse y evitar cualquier tipo de
discriminación racial, Ardito (2010) dice: “Pese a que en muchos casos se tiene
un discurso de afirmación indígena, las demandas se concentran en la
problemática de la tierra y los recursos naturales y no enfrentan los problemas
de discriminación que sufren los indígenas en las ciudades. Algunos dirigentes
todavía no tienen claro el problema del racismo ni aún como racismo ambiental”.
(p. 8).
Si bien en la
actualidad hay diversos grupos anti-racistas, aún persiste la búsqueda de sus
propios objetivos, mas no de uno conjunto, dando como resultado reuniones
suspendidas, o en el mejor de los casos, que busquen por ellos mismos
resultados que lograrían definitivamente de consolidar sus objetivos. Ahora
bien, también se debe tener en cuenta que actualmente las leyes se han puesto
más rígidas y hay toda una normativa que ampara los casos que se den en cuanto
a discriminación y racismo, según un documento de la Defensoría del Pueblo
(2007), donde afirma: “La Defensoría del Pueblo ha iniciado una línea de
intervención defensorial en este tema debido a la gravedad de los actos de
discriminación que afectan a los derechos de las personas”.
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Recuperado de http://www.up.edu.pe/ciup/SiteAssets/Lists/JER_Jerarquia/EditForm/ARDITO.pdf
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Morales J., Yubero, S. (1996) Del prejuicio al racismo: perspectivas
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Perez, J., Falomir, J., Baguena, M.
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